Comprender la ansiedad (y la calma) desde múltiples perspectivas genera múltiples soluciones.
Un día una señora me llamó nerviosísima, al borde del colapso.
«¡Salta!», le dije.
Sabía que su cuerpo estaba produciendo una energía que no estaba gastando.
Eso mantenía una olla a presión en su interior.
Necesitaba acción inmediata para liberar la adrenalina y demás hormonas inútiles para lo que realmente necesitaba ella en ese momento.
Y paradójicamente, ponerse a saltar le calmó.
La ansiedad es energía retenida.
La mente percibe una amenaza y hace que el cuerpo segregue las sustancias necesarias para activar la respuesta de lucha/huida.
¿Qué pretende que hagas la respuesta de lucha/huida?
Echar a correr, y rápido.
Las taquicardias, sudores, temblores y nerviosismo están programadas para ayudarte a hacerlo.
Pero claro, en una reunión, en un avión o sala de espera médica, no te echas a correr, ¿verdad?
Entonces, la energía queda retenida en el cuerpo, cronificando los síntomas.
Y te preguntas ¿cómo puedo estar tan nervioso en esta situación?
¿Cómo puedo estar tan nervioso tumbado incluso en el sofá de mi casa?
Por eso muchas veces, en plena crisis, cuesta tanto ponerse a respirar, a hacer relajaciones… Tu cuerpo rechaza esa respuesta, lo que quiere hacer es precisamente lo contrario.
En mis sistemas te explico cómo hacer la transición, de manera que tu sistema acepte relajarse.
Los profesionales insistimos en la importancia del deporte, del ejercicio físico, para que tu cuerpo canalice esa energía. Para prevenir y para soltar.
Además es importante aprender técnicas que regulen el sistema nervioso y puedan llevar al cuerpo a un estado de calma.
Aquí las tienes.
Un saludo,
Rocío Lacasa