Ampliar tu conciencia corporal tiene efectos calmantes que ninguna pastilla puede darte.
Hay quien me dice que no necesita más conciencia corporal. Es más, que necesita menos.
Que está todo el día pendiente de sus síntomas físicos y lo que quiere es dejar de sentirlos.
Pero yo te hablo de una conciencia ampliada desde la calma y el control.
Una es la conciencia oscura, obsesiva, aprensiva, la otra es la conciencia luminosa, clara, serena.
Ayer una cliente querida me contaba sorprendida sus avances. No imaginaba poder sentirse así.
Empezó varias veces la frase con «a lo mejor es una tontería, pero….»
Y yo le decía «los sabios más sabios del planeta llevan milenios tratando de explicarnos que las tonterías son el camino para la auténtica felicidad».
Ella se viene dado cuenta de que las cosas más sencillas son las que realmente marcan la diferencia.
Perfumarse, comprarse unas zapatillas, poner la oficina a su gusto…
Pero ¿qué pasa? Que para que estos detalles hagan efecto se requiere un entrenamiento previo.
Un entrenamiento sensorial.
Si yo le digo a una persona deprimida o angustiada «hija, ponte un poco de colonia y verás qué bien», puede, una de dos:
– tomarme por idiota,
– tomarme por cruel.
Cuando los autores bestsellers nos dicen «hazte una infusión o vístete de rosa y serás feliz» en mi opinión, se saltan el capítulo de adiestrar y pulir los sentidos.
Es frustrante pensar «se supone que esto funciona pero a mi no me funciona en absoluto. ¿Seré un caso sin solución?»
Cuando estimulas un sentido pero no está conectado a la conciencia clara, o no tiene efecto o genera más desesperanza y frustración.
Al recorrer este camino de lucidez física, te das cuenta de que vestirse con ropa cómoda o incómoda (y ser consciente de ello) puede significar tener o no ansiedad ese día.
Cosas tan simples como llevar unos jeans muy apretados pueden despertar un día de ansiedad.
Pero si no te percatas, no puedes evitarlo y controlarlo.
Esta cliente ha despertado sus sentidos y es capaz de potenciar sensaciones súper agradables en sus rutinas.
Recuerda que la ansiedad no es sólo quitar malestar, sino compensarlo con bienestar.
Al dejar entrar la luz, la oscuridad cede.
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Un saludo,
Rocío Lacasa