Muchas veces te digo que a consulta suele venir el más sano de la familia.
El que más ansiedad tiene es el que más conectado suele estar.
El que reconoce su problema y quiere resolverlo.
Hermano de, hijo de, pareja de, empleado de…
Uno de mis profesores me enseñó que si viene una familia a consultarnos, me fije más en el que no habla o no se queja que en el que llora, grita y patalea.
Una vez estando con él, pasando consulta en el hospital, llegó una familia. Padre, madre y dos hermanas.
La paciente «protagonista» tenía bulimia, parecía un trastorno límite de la personalidad. Venía obligada.
Llamaba mucho la atención.
Yo por supuesto me centré en ella. Todavía no sabía observar.
Al salir, este médico me dijo:
«La que me preocupa es la hermana», que había estado callada prácticamente toda la sesión.
Moviendo la pierna, si ponías atención.
No todo es lo que parece.
Si alguien alguna vez trata de ponerte algún tipo de etiqueta por la ansiedad o por ir al psicólogo, puedes tranquilamente responderle sonriendo, «la enferma es la sociedad, mi problema es que estoy demasiado cuerdo».
Una elegante forma de cerrar el pico a los que no entienden de qué va el asunto.
Esto no quiere decir que no podamos encontrar la paz en esta sociedad.
Sólo hay que aprender a gestionar la energía.
Gestionar la Energía.
Quédate con esto.
Grábatelo.
Tatúatelo.
Energía física, mental y emocional.
Cuidándola, respetándola, generándola, transformándola.
Eso implica entre otras cosas:
– desarrollar autoconciencia (cuánta más autoconciencia, más autocontrol, y control del sano)
– poner límites a los demás
– poner límites a uno mismo
– ampliar los límites de uno mismo
– establecer prioridades
– cuidar tu cuerpo como el bien más preciado
– poner límites a los demás (lo repito por si no quedó claro).
El primer paso para liberarte de la ansiedad es tomar responsabilidad de tu propia vida. Sin importar lo que pase fuera, al lado, arriba o abajo.
Apostar por ti y por tu recuperación.
Si eso supone dejar cosas, personas o hábitos por el camino, en el camino quedan.
Gracias y hasta luego.
No hablo de una actitud egoísta. Sí de una actitud egolista. Egoamorosa.
Estás siendo generoso porque los demás podrán disfrutar de tu mejor versión.
Si quieres apostar por ti, pásate por mis sistemas haciendo clic aquí. Tu transformación impactará a otros y estarás colaborando a crear una sociedad más sana y consciente.
Un abrazo,
Rocío Lacasa