Hay dos tipos de miedo.
El miedo sano, útil y protector y el miedo pesado, obsesivo e irracional.
Uno te para, el otro te paraliza.
Imagina que son dos personajes.
Uno es prudente.
Sabio.
Sabe que, a pesar de que siempre hay riesgo, tienes mucho margen de seguridad.
Conoce los peligros que existen dentro y fuera de ti, pero sólo te avisa cuando esos peligros están muy cerca o ya presentes.
Es seguro de si mismo, confía en que cuando toque, si toca, ya sabrá cómo actuar.
Físicamente está en forma, es fuerte, se mueve con temple, con una mirada limpia y directa.
El otro es un poco neurótico. Piensa «si algo puede ir mal, irá mal».
Multiplica las probabilidades de que ocurran cosas amenazantes. Pone el foco en tooooodo lo que es posible que pase.
Además como no confía en sí mismo, la amenaza se encuentra en cosas mucho más frecuentes o sutiles.
Físicamente está encorvado, tiene mala cara, es torpe y temeroso.
Parece que hablan parecido, pero hay que aprender a distinguir cuando te está guiando uno u otro.
Una vez lo detectas, es fácil. Pero hay que saber detectarlo, a través de conocer sis trucos para convencerte de que le hagas caso.
Cuando una persona lleva años con ansiedad, le cuesta discernir si algo es motivo de preocupación real o si su cabeza está exagerando.
Se pasa horas auto-debatiendo si es lógico estar con ansiedad o si se puede dar permiso para calmarse.
Este proceso es agotador y confuso.
Terrorismo, hay terrorismo. Accidentes, hay accidentes. Cáncer, hay cáncer.
Pero ¿cómo nos relacionamos con que eso sea una probabilidad, inherente al mundo, inherente a la vida?
Se puede vivir en calma, con una paz profunda, sin perder de vista las reglas del juego.
Porque no se tarta de convertirnos en kamikazes inconscientes y amantes del riesgo.
Se tarta de sanar tu relación con la emoción básica del miedo.
En mis sistemas https://hermanoslacasa.com/sistemas/ , te ayudo a identificar:
– cuándo es la ansiedad la que está tomando decisiones, juzgando o fantaseando, y
– cuándo es el miedo funcional, adaptativo y práctico dándote información muy valiosa.
Cuando empiezas a defenderte sólo de lo que tienes que defenderte, tienes chorros de energía disponible para invertirla en lo que realmente deseas.
Confía y reconecta con tus recursos innatos.
Un abrazo,
Rocío Lacasa
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