En el último video que subí en YouTube, en el que animo a observar los efectos de las narrativas que nos contamos (porque como dice Luis Bueno, no somos seres racionales, sino narraciones), una suscriptora se siente ofendida.
Quiero aclarar lo que quise transmitir por si le pasó a más personas.
Dice, respecto a episodios que vivió en su pasado:
“Yo lo escribí, me desahogué, lo guardé y pasé página sin ni siquiera hablar de ello con nadie, siguiendo el consejo que tú estás dando. Pero un día me estalló la bomba en la cara cuando yo estaba encantada con mi vida y no me quejaba de nada, como dices en otro vídeo que solemos hacer (hacernos sentir culpa, más de la que ya tenemos, nos hunde).”
Parece decir que yo animo a hacer algo que está lejos de mi intención.
NO se trata de negar el daño.
Ni de reprimir.
Ni de racionalizar.
Ni de intelectualizar.
Ni de esconder.
Ni de tapar.
Ni de esconder.
Se trata de minimizarlo.
De digerirlo.
De sentirlo.
De colocarlo.
De quitarle filtros.
De superarlo.
De aceptarlo.
De trascenderlo.
Soy la primera que cuando un cliente niega la importancia de, por ejemplo, un abuso, le recuerdo que es un delito y le animo a que si tiene que llorar, gritar, denunciar, lo haga.
Como paso previo a gestionar su experiencia para minimizar el daño que pueda suponer en su historia.
Quejarse no es lo mismo que expresarse, darse el derecho a sentir lo que sea que sienta, pedir y darse tiempo, ser autocompasivo, cuidarse.
Entiendo que es muy fácil ponerse en víctima cuando efectivamente uno ha sido víctima. Comprensible. Natural. Humano.
El problema es quedarse estancado en ese papel.
Y darse cuenta es un proceso…
Pensamientos que generan sentimientos que vienen y van… aparecen, desaparecen… unas veces uno lo ve, otras no…
Uno no tiene que sentirse culpable, sólo ir dándose cuenta a medida que sus mecanismos de defensa se lo vayan permitiendo.
En nuestros sistemas contemplamos el pensar y el sentir. Y nada de lo que uno piensa y siente está bien o mal, sólo le va llevando a unas experiencias u otras.
Un fuerte abrazo,
– Rocío
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