«Caradura… sacale plata a las personas, sin vergüenza».
– Mónica
Sí, Mónica, y a mucha honra.
Las personas que nos dedicamos a servir, solemos tener una relación delicada con el dinero.
Lo nuestro suele ser vocacional y realmente trabajaríamos sin cobrar.
De hecho, hacemos muchos muchos extras sin cobrar, encantadísimos.
Pero no sé si por culpa de Adán y Eva o por la loca organización sistémica de la sociedad, de algo hay que vivir.
Ojalá pudiera dedicarme a ayudar, a guiar, a transmitir mi mensaje, mientras unos enanitos me construyen una casa y unas haditas me hacen la comida que recogen en el bosque.
Otra opción sería poner a mis hijas a trabajar, oye, si quieren ir al colegio tendrán que currárselo, ¿no?
Con 1 y 3 años seguro que les encuentro algo de media jornada.
Lamentablemente, tengo facturas, colegios, casa, alimentos, y plataformas digitales que pagar. Qué mundana, de verdad…
Me encantaría tener un árbol del que cayeran las monedas de oro.
Y fíjate que incluso así, seguiría cobrando por mi trabajo.
Porque es parte de su valor.
Para las personas que no pueden permitirse mis sistemas, diseño y creo recursos gratuitos accesibles (videos, artículos, guías, consultas..). Hay ONGs (con subvenciones públicas o privadas, claro).
Para las que sí pueden, he creado una serie de métodos que conllevan mucho trabajo, esfuerzo y dedicación. No trato de justificarme, yo lo tengo claro, sólo a los que dudan y desconfían les recuerdo cómo funciona la vida. Es un dar y recibir, y a veces hay billetes de por medio, sin que eso suponga algo sospechoso o ruin.
Si aprovechas lo que aprendes, el valor es incalculable.
Porque el precio no tiene nada que ver con el valor.
En fin, que la inversión merece la pena. Si quieres invertir en ti, visítame aquí.
Un saludo,
Rocío Lacasa