«El ser humano está dotado de libre albedrío, y puede elegir entre el bien y el mal».
– Anthony Burgess, en La Naranja Mecánica.
Para muchos el libre albedrío es una canallada.
Saber que en ciertas decisiones no existe una opción correcta/incorrecta puede ser una gran fuente de angustia.
Recordar que puedes hacer lo que te dé la real gana momento a momento puede dar mucho vértigo.
¿Dejo o no a mi pareja?
No lo sé, tú sabrás.
¿Cojo este trabajo o espero a que salga otro mejor?
No lo sé, tú sabrás.
¿Voy o no voy?
Que no lo sé, que tú sabrás.
Hay quien me paga para que le diga lo que tiene que hacer.
No es mi cometido.
A veces se me escapa algún consejo directivo, pero me doy cuenta y salgo de ahí, porque eso fomenta la sensación de dependencia que algunos traen puesta de casa.
Tuve un paciente con ataques de ansiedad.
Se recuperó cuando entró al Ejército, porque ahí le decían qué tenía que hacer desde que se levantaba hasta que se acostaba.
Tener firmes reglas y una estructura rígida que seguir le devolvió la seguridad.
Bufff, qué alivio…
Se sentía parte de algo más grande que guiaba sus elecciones.
¡Menudo peso se quitó de encima! Ya no tenía que estar toooodo el día dudando de qué hacer y pensar.
Las brujas, tarotistas y adivinadores varios se alimentan de este miedo.
También algunas sectas.
Es el clásico miedo a la libertad.
En el libro Miedo a la Libertad, Erich Fromm, psicólogo alemán, analiza las crisis contemporáneas de nuestra civilización relacionados con la libertad del ser humano. Explica cómo el fascismo, por ejemplo, fue una manifestación colectiva para evadir la libertad. Toda una sociedad se resignó a sacrificar su propia vida en virtud de poderes exteriores y superiores.
A su vez, el hombre es cada vez más individualista y reclama su libertad.
Fromm trata de esclarecer esta paradoja: la necesidad de libertad para el hombre moderno y sus intentos de rehuirla.
Y es que el poder conlleva una gran responsabilidad.
Por eso, te animo a que lo revises, porque cuando empiezas tu camino de transformación, la libertad se multiplica.
Tus actos son más conscientes.
Te sientes más independiente.
Comprendes que eres capaz de mucho más de lo que pensabas… y oh, eso te compromete un poco más a hacerlo.
Se acaban las excusas y autojustificaciones.
Así que piénsatelo bien. Esto no tiene vuelta atrás.
¿Te atreves a ser libre de nuevo?
Te cuento cómo conectar con tu coraje innato aquí, haz clic
Un abrazo,
– Rocío
PD: Ayer Iñigo y yo grabamos un video especial. Me cogió por sorpresa y fui cómplice de un estimulante experimento social. Si tienes ansiedad social, te va a encantar. Puedes verlo haciendo clic aquí, o copiando y pegando el enlace: https://www.youtube.com/watch?