Increíbles los mensajes que llegaron para mi juego.
Mi objetivo era recordarte que todos conocemos las respuestas, lo más complejo es aplicárnoslas.
¿Por qué sucede eso?
Porque, entre otras cosas, estamos demasiado identificados con nuestro ego.
Nos damos demasiada importancia personal.
La ansiedad no la creas tú, por ejemplo, la crea tu humanidad.
Hoy una cliente me decía que se sentía asqueada por sentir envidia de una persona.
Indagando, la ayudé a ver que no era envidia lo que sentía, ya que no deseaba «destruir» al otro, sino celos.
Sí había cierta agresividad (interior), pero ¿qué hay detrás de la agresividad?
Dolor.
«Lo que sentiste es lícito y natural. Y sobretodo, si lo sentiste, lo sentiste. No añadas juicio, culpa o frustración. No lo sentiste tú, lo sintió tu instinto de conservación» (era un tema relacionado con ello)
Tampoco quería que se juzgara por haber sentido asco, sabemos que es la manera en la que intenta exigirse cambiar.
Entonces lo que sientas en un primer momento, como si no fuera contigo.
Ahora, lo que decidas hacer con ello tras ese primer impulso sí es tu responsabilidad.
¿Me dejo llevar por el color de mi emoción?
¿O acepto que ha sentido eso y recupero el control?
Primero aceptar, después controlar.
Encontrarás miles de situaciones en las que no puedas controlar lo que sientes.
Ese es el comienzo del ciclo, y desde ahí, puedes transformarlo.
Observas qué pensamiento acerca de la situación te ha hecho sentir así, te des-identificas de ello, te vas, respiras o haces lo que te dé la gana.
Equilibrando corazón, cabeza y estómago.
Así podrás ir templando las reacciones emocionales, a base de hábito y entrenamiento.
En fin, que somos humanos y funcionamos como funcionamos. No lo presento como una justificación, sino como un recordatorio.
Obsérvate sin cruzar la línea del juicio. Y menos del asco.
Un abrazo,
– Rocío