Técnica de atar a un gato para una buena meditación

Llegó un sabio maestro a un monasterio.

Sus discípulos le esperaban con ilusión.

(¿Aunque se supone que no deberían tener ilusión porque están desapegados? No sé en qué punto estaban…)

El caso es que le escuchaban y observaban con mucha atención. Iba a ser un día importante.

Durante la primera práctica de meditación les dijo que tenían que atar a un gato.

Así lo hicieron.

E integraron ese hábito durante años.

El gato murió y los monjes compraron un nuevo gato para continuar atándolo a la hora de la meditación.

Escribieron serios y profundos tratados sobre la importancia de meditar con un gato atado.

Se lo iban transmitiendo a los nuevos monjes.

Un día el maestro regresó, y preguntó «¿por qué tenéis un gato ahí atado?»

«Nos lo dijo Usted».

«Recuerdo que cuando vine había un gato que no dejaba de maullar y me molestaba, desátenlo».

Cuando escuches un consejo, una nueva técnica, una indicación terapéutica, pregunta por qué y para qué.

Para mi es imprescindible que comprendas por qué te animo a que construyas una actitud determinada, que practiques un procedimiento o que creas y confíes en un concepto.

No hay nada peor que hacer cosas sin saber por qué y para qué las haces.

Perdona, no hay nada peor que un psicólogo haga cosas sin saber por qué y para qué te conviene hacerlas. Cosa que suele pasar.

Como dice un profesor, en terapia puedes hacer lo que quieras mientras sepas por qué lo haces.

Te animo a que confíes en los expertos, pero también en tu criterio. Pregunta, cuestiona, valida.

Si quieres conocer los porqués de tu camino de recuperación, comprendiendo a fondo tu cuerpo y tu mente, pásate por mis sistemas haciendo clic aquí

Un abrazo,

– Rocío

Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

    100% Privado. Cero Spam.
    Sólo nuestro mejor conocimiento.
    © ∞ • Creado a mano por los hermanos Lacasa y su equipo de Navegantes N.E.O.
    CALMA – CLARIDAD – CONFIANZA