Otro truco aparentemente obvio que no lo es tanto.
Dar las gracias.
Sonriendo, respirando y con la mano en el corazón.
Estás moviendo el foco desde lo que no va bien a todo lo que sí va bien.
Agradeces todas esas cosas que damos por hecho pero son milagros.
Tener agua, comida, amor, calor, vida.
Esto me ha servido a mi hoy.
Porque, ¿te acuerdas del problema que te dije que había súper aceptado y había desaparecido de mi mente?
Pues hoy ha vuelto.
Y es lo normal.
Acepto que no lo acepto. (¡Crucial!)
Me amo (cursi, pero cierto).
Estoy en ello.
Esto no es un botón de encendido y apagado.
No me juzgo, no me critico, lo siento y exploro.
Algo me quedará por aprender, y me entusiasmo por ello.
Viendo que hoy me estaba costando aceptar, he cambiado la estrategia.
Y hoy he elegido agradecer.
En literalmente dos minutos he cambiado mi estado. Magia, de verdad.
Porque esa es la clave, cambiar tus estados.
El estado confuso crea pensamientos, síntomas físicos, actitudes y posturas corporales. Cambias tu estado y de repente ves todo de otra manera.
Ayer me tomé una copa de vino y me hizo mucha gracia cómo en menos de media hora, mi cabeza estaba pensando distinto acerca de la vida en general. Estaba un poco eufórica. Me daba cuenta. Lo malo es que también te puede dar por estar depresivo, por eso no soy muy amiga del alcohol (y menos cuando el sistema nervioso en proceso de recuperación).
¿Qué tiene que hacer el alcohol en el cerebro para cambiar así tu estado mental en tres tragos?
Bueno, eso es lo que queremos conseguir, pero por medios inocuos, más naturales y usando tu propia mente y tu propio cuerpo, sin necesidad de vinos o pastillas.
Si quieres cambiar tu estado, para, respira y agradece.
Tan simple, tan potente.
Que la sencillez de una técnica no nos haga percibirla como menos efectiva.
Paras.
Te das cuenta del rumbo.
Mueves el timón.
Cambia la dirección.
Sólo he necesitado leer algunos de vuestros correos de gratitud, mirar a mis hijas y hacer un par de respiraciones conscientes.
Y así he dado un paso más en la aceptación, que parecía tal y funcionó por momentos, pero seguía teniendo cosas que contarme.
Paso a paso. Con cariño. Abrazando nuestra humanidad.
Y no me digas que qué fácil, que yo no tengo ansiedad. Tú y yo somos exactamente iguales.
Hala, me voy a ver mi serie que están a punto de descubrir al asesino.
Un abrazo,
– Rocío
PD: La mente tiene todo tipo de trucos que te llevan a ilusiones distintas, ¿qué realidad quieres estar creando? Te acompaño a dirigirte hacia el destino de la serenidad haciendo clic aqui