¿Truco o trato? Mejor trato

Para romper el contrato con la ansiedad es imprescindible leer la letra pequeña.

Todas las técnicas y conceptos no sirven de nada si a uno se le escapan los detalles.

No se puede entrar arrasando y creyéndose muy listo. Hay que ser sutil.

Veamos hoy uno de esos trucos engañosos a los que hay que estar atento. Una vez se descubren, la estrategia se redefine.

Puede que hayas escuchando la técnica de visualizarte consiguiendo algún reto.

Tienes un reto que deseas superar. Un objetivo que quieres cumplir, y por el que llevas tiempo luchando, soñando.

Ya sea pedir un aumento de sueldo, coger un vuelo para viajar a ese lugar especial, ser más atrevido, volver a conducir…

Entonces, para animarte a hacerlo, te imaginas enfrentando con éxito esa situación que temías. Ves lo que estarías viendo, escuchas lo que estarías escuchando, sientes lo que estarías sintiendo.

Muy bien, eso genera confianza interna que te acerca a tu objetivo. Si puedes imaginarlo, puedes crearlo.

Pero, ¿qué sucede?

Que tras practicarlo, calmas una parte de tu inconsciente que sentía que tenía una cuenta pendiente.

Es como si pusieras un tick a la lista de cosas pendientes y te relajas creyendo que estás avanzando.

Te calmas y para tu cerebro es como si hubieras enfrentado la situación en la vida real. Se conectan las zonas de la satisfacción y te das permiso para dejar de desear cumplir el reto.

Al cerebro le cuesta distinguir lo real de lo imaginado. Para bien y para mal.

Resolver en la imaginación no es resolver. No saldas la deuda. Es como meter el polvo debajo de la alfombra.

Imaginar es sólo el principio.

Este alimento típico de la ansiedad es lo que llamo la pseudo-acción. Imagino que actúo y mi cerebro lo registra como que he actuado. Se relaja y pasa a otra cosa, alejándome de mi objetivo real.

La pseudo-acción también alimenta las historias unidireccionales de amor, en las que uno recrea citas románticas con su enamorado, conversaciones tiernas y escenas apasionadas… y todo, desde el sofá de casa, en pijama ancho y comiendo helado frente al televisor.

Su cuerpo segrega hormonas placenteras y el circuito se mantiene cerrado. ¿Para qué actuar? ¿Para qué arriesgarse en la vida real?

Mientras, el otro protagonista no sabe ni que existe (o por lo menos no tiene ni idea de la magnitud de su montaje mental).

Fantasear alivia.

Actuar transforma.

Usa la fantasía a tu favor, siempre que tengas claro que la transformación pasa por la acción.

Si no, la imaginación se convierte en una evitación.

Para conocer a fondo las estrategias mentales más efectivas para eliminar los patrones de la ansiedad, hazme una visita y hacemos un trato.

Un abrazo,

Rocío Lacasa

Consejos para transformar tu ansiedad basados en la experiencia

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