Dentro de ti hay tres personajes.
Hay un padre, un adulto y un niño.
El Padre toma el protagonismo cuando te auto-criticas, cuando te cuidas, cuando te animas y cuando te castigas.
El Adulto actúa cuando percibes la realidad tal y como es, sin emociones o exageraciones.
Y el Niño es tu niño interior, que ríe, llora, busca cuidados, se asusta y se sorprende.
Todos los tenemos y todos nos sentimos como padres, adultos o niños según el momento y las circunstancias.
¿Qué pasa cuando estás sintiendo ansiedad intensa o pánico?
Ésta sería una situación típica:
Cuando empiezas a notar los síntomas de ansiedad, se activa el niño, pasas a pensar y sentir desde el NIÑO.
Tu niño siente miedo, intenta huir, si ve que no puede escapar, grita, patalea, utiliza todos sus recursos para luchar contra eso que le asusta.
Todavía no tiene capacidad para entender que no hay nada que temer, que está imaginando monstruos debajo de la cama y que si levantara la sábana se quedaría tranquilo y vería que está seguro.
Después de la sacudida del pánico, puede aparecer el pensamiento de PADRE, “qué inútil eres”, “estás enfermo, esto es muy grave”, “no hagas más esfuerzos en todo el día, pobrecito eres una víctima”.
Y claro, el niño se siente desvalido, triste, asustado y frustrado.
Pero ¿y qué tiene que decir aquí el ADULTO?
Te diría que no pasa nada, que un ataque de pánico no es un monstruo. Te recuerda que son síntomas que genera tu cuerpo porque está en modo alerta.
Que tu corazón palpita más fuerte porque se prepara para actuar, que te mareas porque estás respirando más rápido. Sabe que todo volverá a la normalidad en cuestión de minutos.
Te recuerda que te ha pasado otras veces y has sobrevivido.
Te recuerda que no es tu culpa, sino tu responsabilidad aprender a controlarlo.
Sabe que tienes miedo porque llevas un tiempo sufriendo, pensando en la posibilidad de morir, de tener una enfermedad grave que no te han descubierto, o de que te vas a volver loco.
Sabes que el Niño está sintiendo y tratando de salirse con la suya, intentando escapar, y sabes que el Padre está criticando o protegiéndote en exceso.
Eso es lo que te voy a pedir.
Que cada vez que aparezca tu ansiedad, piensa ¿qué me dice mi ADULTO?
Percibe lo que dice y siente tu Niño y cómo tu Padre interno está también imponiendo su postura.
Comprende que son parte de ti y no les juzgues.
Pero haz caso del pensamiento ADULTO.
Y que tu parte Padre te mime, te cuide, te dé ánimos para seguir. Que tu Niño siga despierto, ilusionado, pidiendo ayuda cuando la necesita.
Conecta con ellos.
Practica en momentos en que la ansiedad sea leve, cuando estés un poco nervioso por algo que no te sea muy importante.
De esta manera, conociendo tus tres partes, mejorarás la comunicación entre ellas. Tu equipo interno te guiará en los momentos de ansiedad y te mantendrá a salvo, cuando lo integras en un sistema de recuperación efectivo.
Te mando un fuerte abrazo,
Rocío Lacasa.