¿Dónde viven los monstruos de tu cabeza?

Ayer por la noche en la cama con mi hija.

«Mamá, estoy viendo monstruos en mi cabeza», me dice agobiada, con los ojos cerrados.

«Uy, me lo está poniendo a huevo», pensé.

«¿Qué ves, Mena?»

«Veo monstruos feos que me miran»

«Conviértelos en mariposas»

«No puedo».

Mejor que no pudiera, porque eso sería «pan para hoy y hambre para mañana». Tampoco que fuera un monstruo bueno.

Porque cada vez que pensara en un monstruo, querría controlar la imagen transformándola en otra cosa. Como si estuviera prohibido pensar en monstruos y sólo fuera guay pensar en hadas y mariposas. Habría veces que podría hacerlo y veces que no. Y sentiría que no tiene el control que debiera.

Mejor tampoco decirle que los monstruos no existen, porque los ladrones (otra cosa que teme) sí.

Mi mensaje es que da igual lo que pienses, mientras recuerdes que sólo estas pensando.

Quiero que aprenda a crear un espacio de calma entre el pensar y el saber que está pensando.

Poder pensar en monstruos sin que haya una reacción corporal de miedo automática, porque su cuerpo distingue lo real de lo imaginado. Que oye, si realmente aparece el monstruo, ya hará el miedo lo necesario para actuar y esconderse a salvo. Mientras no aparezca, calma absoluta.

«Ok, da igual. Pero cuéntame, ¿tú crees que ese monstruo existe y te puede hacer algo malo, o que sólo lo estás imaginando?»

Reflexión de unos segundos.

«Claro, si sólo está en mi cabeza, es que no está fuera, ¿no?»

«Sí, no importa lo que pienses siempre que recuerdes que sólo lo estás pensando».

Abre los ojos.

«¡Pero mamá, sigo viéndolo con los ojos abiertos!», como si hubiera hecho un gran descubrimiento.

«Sí, es genial, ¿verdad? Pero también lo estás pensando. ¿Te das cuenta? Porque estamos aquí tú y yo y no hay ningún monstruo, ¿verdad?»

«Verdad».

«Recuerda que no pasa nada porque aparezcan monstruos, brujas o bichos en tu imaginación. Si quieres puedes jugar con ellos, pero lo más importante es que sepas que sólo son imágenes que están como en un cuento, que no pueden salir del papel. ¿Estás más tranquila?»

«Sí, mami.»

Bueno, poco a poco trato de que entienda cómo funciona el pensar y cómo no se trata de evitar que aparezca cualquier imagen o frase en tu mente, con la sensación de alerta y lucha consecuente, sino que el hecho de que aparezcan no tiene nada que ver con la realidad.

¿Qué puede pasar?

Sí.

¿Está pasando?

No.

Gran diferencia.

Lo mismo con el jefe, con la enfermedad, con la hipoteca o la reunión.

Esto tenemos que recordarlo continuamente, tanto tú como yo.

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Un abrazo,

– Rocío

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