🧘♀️ ¿Sientes que meditar es difícil para ti?
Puede que lo hayas intentado, que sepas lo beneficiosa que es la meditación, y aun así te cueste sentarte a meditar. Aparecen excusas, aunque tú misma sabes que no son del todo ciertas. Y esa lucha interna genera frustración.
Según Rocío, esto es más habitual de lo que parece. Llevamos tiempo evitando nuestro mundo interior, y al pedirle al cuerpo que lo mire de frente… surge resistencia.
Una forma suave de empezar
La clave está en no forzarse desde el principio. Rocío propone una pauta para los primeros días:
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Siéntate en una postura cómoda (sin buscar perfección).
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Cierra los ojos.
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Quédate 3 minutos, ni más ni menos.
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No hagas nada.
No sigas la respiración, ni repitas un mantra. Solo permanece presente con tus pensamientos, sensaciones o lo que aparezca. Es una meditación de no hacer nada.
“Tu organismo necesita prepararse emocionalmente para mirar hacia adentro.”
Entrar en contacto con el mundo interno
Este ejercicio ayuda a familiarizarte con lo que normalmente evitas: pensamientos, tensiones, emociones. Por eso es esencial que sea breve al principio, sin exigencias. A la semana siguiente puedes pasar a 5 minutos y empezar a incluir técnicas suaves, como observar la respiración.
Muchas personas que hoy meditan una hora seguida, comenzaron con estos 3 minutos. El cuerpo necesita tiempo para adaptarse y confiar en la práctica.
💡 ¿Por qué empezar sin exigencias?
Intentar comenzar como alguien con años de experiencia meditando es como ir al gimnasio tras mucho tiempo sin hacer ejercicio y meterse en la clase más dura.
¿Resultado? No querrás volver.
Por eso, la propuesta de Rocío es clara:
Empezar desde la suavidad, sin juicio, sin perfección.
Así construyes una práctica sostenible a largo plazo.
✨ Conclusión
Meditar es sencillo, pero profundo.
Si te cuesta, no estás sola. Empieza por conectar contigo sin hacer nada, solo estando. Esa es ya una gran transformación.